Este martes 27 de septiembre la Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAE) organizó un conversatorio con Alejandro Barra, padre de Antonia Barra, joven que se quitó la vida en 2019 luego de ser abusada y violada por Martín Pradenas. Este hecho motivó una serie de movilizaciones, tiñendo las redes sociales de morado buscando justicia para Antonia. También se dio inicio a un proceso judicial contra Pradenas, al que se sumaron cinco víctimas más, y el cual en agosto conllevó a una declaración de sentencia de 20 años de cárcel. Desde el auditorio del Campus Viña, Alejandro habló acerca de redes de apoyo, consentimiento y justicia y relató su vivencia como padre de Antonia y vocero principal de la causa. «Yo estoy aquí para transmitir mi experiencia y mi experiencia a pesar del dolor fue positiva porque logramos justicia y porque logramos una condena que de acuerdo a la legislación era lo máximo que se le podía dar», señaló.
Para Alejandro, el sistema judicial no está preparado para condenar delitos de abuso y violación. En su opinión hay mucho espacio para cambio, por lo que ha hecho el esfuerzo de promover cambios a la ley actual. «Dije yo, cuando este tipo se formalice, entonces yo me iba a dedicar a mejorar los artículos de ley en nuestra legislación», afirmó el padre de Antonia. De ahí nació el proyecto que lleva el nombre de su hija y que en agosto fue aprobado por el Congreso. Dentro de las modificaciones, el proyecto exige que cuando una persona sea condenada por violación o abuso reiterado, las penas se sumen. Como ejemplo puso algunos casos en el extranjero, en que la condena corresponde a más de 300 años pese a que la persona nunca sea capaz de cumplir esa pena. «Pero ya es cadena perpetua», agregó Alejandro.
Respecto al proceso en contra de Martín Pradenas, Barra señaló estar conforme al resultado basado en lo que permite actualmente la ley. Sin embargo, destacó la importancia de incorporar a la legislación el término de «suicidio femicida«, lo que habría permitido acusar a Pradenas de la muerte de Antonia. «Martín Pradenas no está acusado de la muerte de Antonia porque no era ley», destacó.
Por otro lado, Alejandro cree que la justicia le da prioridad a casos mediáticos, de interés público. Eso lo motivó llamar a los medios la mañana siguiente luego de la muerte de Antonia. Aunque afirmó que «el tema de la viralización no fue de mi ocurrencia, a mí nunca se me hubiese ocurrido algo así. El subirlo a las redes fueron las mujeres, las amigas de la Antonia». De esta forma el caso se hizo conocido incluso a nivel internacional. «Nos llegaban videos desde Australia y de España mostrando su apoyo a mi hija», agregó.
Redes de apoyo
Cuenta Alejandro que luego del suicidio de Antonia, sus amigos se presentaron en la casa y pidieron hablar con él. En grupo, confesaron saber lo que motivó a la joven a quitarse la vida y que venían guardando el secreto desde el primer día. Antonia les había pedido guardar silencio y ellos hicieron caso.
Para Alejandro, esta información era completamente nueva. Su familia no notó ninguna señal de alerta en su casa, las semanas posteriores al abuso que vivió. Barra explicó que el estrés provocado por el abuso y violación afecta fuertemente la toma de decisiones de una víctima, por lo que criticó el actuar de los amigos ante la petición de su hija. «¿Se dan cuenta qué hubiese sucedido si esos amigos nos hubiesen dicho al mismo día? “Mire tío, sabe que pasó esto”. Yo tendría a mi Antonia acá. Entonces esa es la diferencia de callar», agregó.
El expositor recalcó con la comunidad estudiantil la importancia de tener círculos de confianza, donde abunde la responsabilidad afectiva y no se tema comunicar o escuchar. Para apoyar a quién lo necesite cuando el momento se presente. Estudiantes del Campus Viña le hicieron preguntas a Alejandro durante el conversatorio, entre ellas qué hacer si es que la víctima o su familia no quieren denunciar los abusos. Para Alejandro uno de los factores más importantes es preparar la denuncia y si la persona no se siente capaz de denunciar tan pronto luego del delito, acompañarla para que recupere evidencia médica en un hospital. De esta manera podrá retomar el proceso cuando esté más preparada para continuar con la denuncia, junto a evidencias concretas.
Desde su perspectiva como padre, Alejandro considera que el estrés postraumático por el que estaba pasando Antonia era una enfermedad silenciosa y señaló que solo puede imaginar el sufrimiento por el que estaba pasando su hija. «No quiero que ninguna mujer en el mundo sienta ese sufrimiento», enfatizó Barra. Por lo mismo, destacó la importancia de contar con una red de apoyo sólida que potencie la conversación, contención y acompañamiento.
Barra también recalcó en la relevancia de denunciar al agresor, explicando que la ley hoy obliga a que estas sean secretas y solo se den a conocer las iniciales de la persona denunciante. «Ya hemos hecho un camino para que las víctimas no se sientan víctimas, sino que se sientan con el poder de lograr y aportar a que estas cosas no sigan sucediendo», agregó.