Este jueves 13 de octubre, la Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAE) organizó una charla con Consuelo Hermosilla, directora de Fundación Antonia y madre de Antonia Garros, joven que se quitó la vida en 2017 luego de vivir dos años de violencia en el pololeo. Tras la muerte de su hija, Consuelo creó la fundación para abordar el tema y lucha por prevenir casos similares. Desde el auditorio del Campus Viña, Consuelo habló sobre relaciones saludables, redes de apoyo y señales de alerta. Además, relató su vivencia como madre de Antonia y su trabajo para educar y concientizar acerca de la violencia en el pololeo: «Todo lo que les cuento, con el dolor que me puede traer, se los cuento por una cosa: Porque necesito que entiendan y que vean que esto ocurre».
Consuelo comenzó contando la historia de la relación entre Antonia y Andrés Larraín, su última pareja. Relación que poco a poco cambió la actitud que su familia reconocía como propia en Antonia. Algunas de las señales que notaron, fue que Antonia comenzó a ser irritable, mintiendo constantemente y afirmando abusar constantemente del alcohol. De esta forma, ella justificaba el daño de sus objetos personales y los golpes que podían notarse en su cuerpo. «La primera vez que yo noto algo fue en sus muñecas y era super fácil de ver. Eran cuatro dedos por un lado y uno por otro y me acuerdo que yo le hablé a ella. Fueron los primeros indicios de violencia física. Entonces le dije a Antonia ‘eso te lo hizo, te lo hizo Andrés’. Entonces ella se puso una postura súper a la defensiva y se enojó por supuesto, lo defendió y me dijo que no me metiera», contó Consuelo.
De esta forma, la relación de Antonia y Andrés se extendió por dos años, en los cuales fue usual notar evidencias de vi0lencia en la hija de Consuelo . «La gente que recibe violencia es hábil porque necesitan justificar y tapar las acciones del otro», cuenta Hermosilla que le dijo su psicóloga.
El verano antes de su muerte, Antonia logró terminar con Andrés después de otro episodio violento, pero poco tiempo después retomo la relación en secreto. La noche que falleció dijo que saldría con una amiga y Consuelo indica haber estado enojada con Antonia por el resurgimiento de negativas conductas anteriores. «No le di un abrazo, no le dije nada. O sea, le dije chao, pero no la abracé. Yo soy una mamá súper agarrona y como estaba molesta porque no había llegado no la abracé. Yo nunca más pude abrazar a mi hija».
Visibilizar y preparar para prevenir
Para Consuelo Hermosilla, la violencia en el pololeo comienza antes de los golpes. Antes de que una persona sea golpeada por su pareja , esta es abusada psicológicamente hasta el punto en que acepta la violencia que recibe dentro de su relación. Según explica, la víctima es quien comienza a sentirse culpable de lo que le pasa, pues el victimario está constantemente responsabilizando a su pareja de sus propias actitudes y las discusiones que se generan entre ambos. «Eso, de a poco, en reiteradas ocasiones, te daña el alma y te daña la mente a tal punto que te enfermas», explicó Consuelo. Lo que comienza como una broma pesada o una pequeña herida al autoestima se transforma en un gran dolor para la víctima.
Consuelo también criticó la falta de preparación de los centros asistenciales para las víctimas de violencia. «No hay psicólogos que te van a atender, no hay médicos que estén preparados para eso, entonces va a depender de lo que sepa la persona», aclaró la mujer. Al final, para Consuelo es un tema de suerte el tipo de atención que recibe la víctima en los centros de salud. También se suma la revictimización que sufre la persona agredida tanto por parte de las policías como de su propio entorno, lo que fomenta el sentimiento de culpa y vergüenza.
Así, Consuelo invitó a la comunidad estudiantil a actuar ante casos de violencia de parejas y estar consciente de las señales de alerta. Llamó a dejar de invisibilizar y minimizar este tipo de conductas y a dejar la indiferencia de lado. «Que no les dé lo mismo, que no se les haga habitual ver a alguien llorar, ver a alguien en problemas, a una pareja gritarse, que no les dé lo mismo. Y eso se los digo para que tomen en consideración que siempre hay otra persona que puede hacer algo, no pasemos de largo. Tomemos la determinación de poder tener una actitud ante esto», expresó la mujer.
El abuso no es amor
Con el apoyo de marcas como Ives Saint-Laurent y L’Oreal, Fundación Antonia ha creado campañas de educación y concientización acerca de la violencia entre parejas. «El abuso no es amor» es la campaña más reciente y Consuelo agradece el apoyo de Ives Saint-Laurent para visibilizar la causa de la fundación. El objetivo es que cada persona pueda identificar las distintas señales de abuso que puede estar viviendo dentro de su relación y tomar conciencia sobre su situación.
La primera señal de alerta que indica la campaña es ser ignorado o ignorada por la pareja cuando está de mal humor. Luego le sigue el chantaje, la humillación y la manipulación para forzarte a hacer o decir algo. Después vienen los celos y el control, que va desde a dónde vas al aspecto que tienes ante otras personas. Las señales más alarmantes son la violación de intimidad, como revisar tus pertenencias o rastrear tu ubicación, el aislamiento de amistades y familiares que puedan construir una red de apoyo y finalmente la intimidación.
Desde la muerte de Antonia, Consuelo se dedica a ayudar a otras víctimas de violencia de pareja. «Estoy acá porque le dije a Antonia ‘te prometo que hasta el último de mis días voy a trabajar para prevenir esto’«, señaló Consuelo. A través de su relato, la mujer busca educar acerca de la violencia y las relaciones abusivas, enfocándose en las parejas de pololos. De esta forma, la fundación que lleva el nombre de su hija se encarga de evitar que existan nuevas víctimas que busquen una salida a través del suicidio. «La Antonia no quiso dejar de vivir quiso dejar de sufrir. Ella debe haber pensado que el dolor que tuvo en ese momento de ver nuevamente que le había dado una oportunidad a esta persona no va a salir bien y nuevamente va a seguir con esta dinámica de abuso que sufría», aclaró la madre.